ESPACIO DE HOMENAJE Y DIFUSION DEL CINE ITALIANO DE TODOS LOS TIEMPOS



Si alguién piensa o cree que algún material vulnera los derechos de autor y es el propietario o el gestor de esos derechos, póngase en contacto a través del correo electrónico y procederé a su retiro.




domingo, 14 de octubre de 2012

Terraferma - Emanuele Crialese (2011)


TÍTULO ORIGINAL Terraferma
AÑO 2011
IDIOMA Italiano
SUBTITULOS Español (Separados)
DURACIÓN 88 min. 
DIRECTOR Emanuele Crialese
GUIÓN Emanuele Crialese, Vittorio Moroni
MÚSICA Franco Piersanti
FOTOGRAFÍA Fabio Cianchetti
REPARTO Filippo Pucillo, Donatella Finocchiaro, Giuseppe Fiorello, Claudio Santamaria, Francesco Casisa, Beppe Fiorello, Martina Codescasa, Mimmo Cuticchio, Titti
PRODUCTORA Coproducción Italia-Francia; Cattleya
PREMIOS 2011: Festival de Venecia: Premio Especial del Jurado
GÉNERO Drama | Inmigración. Pesca 

SINOPSIS En una pequeña isla del archipiélago siciliano, sobrevive una familia formada por Filippo, un joven de 19 años, su abuelo pescador y su viuda madre. Ya nadie vive de la pesca y ellos mismos tendrán que resignarse y comenzar una nueva vida. Alquilarán su casa a los turistas durante el verano, y venderán la barca una vez terminado éste. Pero un día que Filippo y su abuelo salen a pescar, se encontrarán con una patera llena de inmigrantes a punto de naufragar... (FILMAFFINITY)



Emanuele Crialese escribe sobre "Terraferma"
Decidí contar esta historia a través de los ojos de Filippo, un chico de 20 años, nacido y criado en una isla de la que nunca ha salido. Filippo habla de la lengua de su gente, la gente del mar, gente de pocas palabras. Su abuelo le enseñó a respetar la Ley del Mar, a sobrevivir pescando para poder ser libre, a vivir de lo que el mar ofrece y a alejarse del dinero, el consumismo y el exceso.
El padre de Filippo se perdió en el mar dos años antes y aparte de los recuerdos de un hombre que ha llegado a mitificar, ha heredado su vieja barca de madera, sus redes de pescar y su profesión: la que le arrastró al mar y se lo tragó en el abismo. Filippo dejó la escuela y los libros por las redes y por seguir los pasos de su padre.
La madre de Filippo, Giulietta, es una mujer joven. Desde que su marido desapareció (su cuerpo nunca se encontró), Filippo ya no parece su hijo, sino el cabeza de familia, el capitán de su pequeño bote, el hombre de la casa. Al menos eso es lo que a él le gustaría si tan solo ella le dejara, si tan solo dejara de tratarle como a un niño.
Giulietta quiere que su hijo tenga una vida distinta y vea otras realidades. A ella misma le gustaría tener la oportunidad de un nuevo amor y una nueva vida en general. Quiere escapar de su dolor, de la ignorancia y de los recuerdos de su gran amor. Pero sobre todo quiere librar a su hijo de la misma vida y la misma muerte que la de su marido.
Con los subsidios del gobierno por deshacerse de las viejas barcas, Giulietta podría reconstruir su vida en cualquier otra parte. Pero Filippo no quiere destruir el barco de su padre. Intenta convencer a su madre de que le deje llevar a turistas durante la temporada de verano. Sin embargo Giulietta no da su brazo a torcer: el barco se desguazará al final del verano. Podrán usar la exigua herencia para tener la oportunidad de un futuro mejor en tierra firme… la Terraferma.
El verano llega, un par de meses de excitación, de ver nuevas caras, de escuchar historias de otros lugares misteriosos, y también dos meses de sueldo asegurado, recursos vitales para sobrevivir en los aislados meses de invierno. Giulietta ha repintado su casa con la esperanza de alquilarla a turistas. Filippo y ella dormirán en camas improvisadas en el garaje. Una ola humana de colores y alegría inunda la isla. El desolado paisaje se llena de turistas. Filippo consigue alquilar su casa a tres jóvenes viajeros. Todo parece ir según el plan. Eso es hasta que durante una excursión de pesca, Filippo y su abuelo Ernesto ayudan a un grupo de inmigrantes africanos. Entre ellos está una mujer embarazada y su hijo. La mujer es de parto, así que la llevan hasta el garaje de Giulietta donde da a luz a una niña.
Ese mismo día el nuevo jefe de la policía fiscal confisca la barca de Filippo. Está acusado de no informar del transporte y la llegada de los africanos a la isla. Nadie parece saber de la mujer y el niño escondidos en el garaje. Giulietta, Ernesto y Filippo se han convertido sin querer en cómplices de un nuevo crimen: cooperación con la inmigración ilegal. Giulietta quiere informar de la presencia de la mujer en su garaje con la esperanza de que les devuelvan la barca.
Ernesto está aturdido, sus valores han sido destrozados, dados la vuelta totalmente, algo que una vez fue considerado noble y honorable, hoy es castigado como un crimen. Filippo está confundido.
¿Quién es la gente que ha venido cruzando el mar a la deriva?, ¿por qué deberían temerles? La mujer africana escondida en el garaje de llama Sara. Dejó su aldea nativa con su hijo hace más de dos años. Cruzó el desierto y el mar para unirse a su marido que vive y trabaja en Turín. Sara necesita ayuda, quiere continuar su viaje.
Giulietta y Sara provienen de mundos muy diferentes pero comparten el mismo deseo de escapar, quieren un futuro mejor para sus hijos. Giulietta se arriesga a perder todo para ayudar a Sara.
Volviendo al verano de 2009 a la isla dónde rodé "Respiro…". Era un lugar muy diferente a como lo recordaba del rodaje. Mi roca aislada en medio del mar se había convertido en tierra fronteriza con barcas naufragadas esperando a ser destruidas por el mar, patrulleras con cañones y ametralladoras y una gran cantidad de confusión y desesperación.
Me quedé y esperé. Después de 21 días en el mar, una barca llegó a Lampedusa con más de 70 personas a bordo. Solo cinco habían sobrevivido. Entre ellos la única mujer, Timnit T. Fui a conocerla. Sonreía, se sentía como si le hubieran dado una segunda vida.
Durante años he observado la llegada de estas barcas a nuestras costas y he escuchado las historias de los supervivientes, los que consiguieron mantenerse a flote.
La prensa habla de éxodo, de tsunami humano, ilegalidad, inmigración. Mirando a Timnit estas palabras parecen totalmente vacías. No hay nada de esas palabras en ella. No le corresponden. Su mirada es la de alguien que ha arriesgado su vida para intentar cambiar su existencia. Ha cruzado el mar, otra odisea, otro viaje hacia la evolución.
Mientras haya vida en la tierra, el hombre intentará marcharse y buscar algo mejor. El movimiento es la acción y la acción es conocimiento.
¿Cómo se le puede negar a nadie el derecho a ir adelante, a buscar, a aprender y por tanto a evolucionar? ¿Cómo puedo contar una historia que pueda barrer palabras como clandestino o emigrante o extranjero?
Un día me levanté e imaginé las palabras: “érase una vez”. Empecé a escribir como si me dirigiera a un niño, como si pudiera tocar al niño que llevo dentro. Busqué un lenguaje que estuviera libre de prejuicios y miedo.
Siento un profundo disgusto al pensar en ser tratado como un chico malo al que se le advierte repetidamente de que viene el hombre del saco y te lleva...esa nana se ha usado durante siglos para hacer que los niños sean dóciles, frágiles y necesitados de protección.
Volví a Tinmit y le pregunté si quería hacer un viaje conmigo en un barco imaginario: el de la representación. Le pedí que reinterpretara partes de lo que había vivido con el conocimiento y la intención de ser capaz de cambiarlo, de reescribirlo, recrearlo. Sugerí una reunión con otra mujer, una local, con su mismo deseo de irse, de reconstruir su vida en otra parte con la esperanza de evolucionar y asegurarse de que su hijo pueda crecer sin miedo.
http://www.abcguionistas.com/noticias/articulos/emanuele-crialese-escribe-sobre-terraferma.html
---
Terraferma, “Tierra firme” o “Continente”, el último film de Emanuele Crialese que ahora se estrena en las pantallas españolas, es una película bienintencionada pero hipotecada por el sector del censo electoral que sostiene el fascismo político y económico en Italia, y más concretamente deudora del dinero de la RAI, que produce la cinta junto a C+ Francia, y que impone un target de espectadores que poco bueno puede enseñarnos al resto de la sociedad.
La elección de ese target comienza por la familia, una familia católica en la católica Italia, cuyos abuelo y nieto se resisten a destruir su barco pesquero y cobrar las subvenciones de la UE por cese de actividad porque aún prefiere defender su medio de vida y su trabajo. Un caso atípico de conducta ejemplar, en ese grupo social, que se relaciona en el guión intencionadamente con la religión y no con la ideología. Y por ese camino discurren el resto de razonamientos fílmicos y morales, haciéndonos creer que el último foco de resistencia contra las inhumanas leyes migratorias de los estados está en la gente sencilla, educada en el cristianismo, que no saben una palabra de ideas políticas. Un propósito de buen samaritano que es desmentido por la sociología y que nos convoca al ninguneo de organizaciones de izquierdas y de derechos humanos que plantan casi en solitario la batalla contra las leyes de inmigración. Entendemos que la historia se planifica así para intentar ablandar el corazón de los católicos, endurecido por el egoísmo y la usura de sus ideas espirituales, y que pretende apelar a sus más nobles sentimientos, si los conservan acaso imaginariamente, pero no nos hace olvidar que, tanto en Italia como en España, los ejecutores de esas políticas comulgan semanalmente, rinden culto a un muñeco de madera y, lo más importante, son votados en masa por ese sector de la población que espera que la justicia llegue después de muertos.
Con un guión calculado por el departamento de relaciones públicas de un informativo de los mass media se ponen sobre el papel algunas de las cuestiones esenciales de la tragedia de la inmigración. Por ejemplo, al encontrar náufragos en mitad del mar y prestarles auxilio. Tal circunstancia no ha de enseñarnos en esta película a celebrar un sufragio afectivo entre los supervivientes, ni a rescatarles colectivamente. A la caridad cristiana le basta con salvar a uno, encontrar un ejemplo excepcional que acalle su conciencia y no ponga en duda su visión del mundo. De ese modo la película va restando. Primero es una patera con 70 inmigrantes. Luego cinco o seis que se arrojan al agua y nadan hasta el barco. A esos se les lleva a tierra pero luego se les arroja a la calle, donde son atrapados por la policía, sálvese quien pueda. Y finalmente nos quedamos sólo con una mujer embarazada (la actriz eritrea Timnit T cuya odisea real vivida dos años antes como inmigrante llevó a Crialese a realizar la película), que es a la postre la única que recibe, no sin turbulencias, algo, si no de solidaridad, de caridad.
Por el camino aislados momentos de realismo como el de la asamblea de pescadores que discuten si deben auxiliar a los inmigrantes náufragos y donde gana por poco la humanidad, providencialmente sostenida en esta ocasión por la tradición, que reza que no debe dejarse abandonado a su suerte a ningún cristiano en el mar. Algunos objetan que llamando a la policía costera también se les procura un rescate. Al final una interpretación lo suficientemente amplia del término “cristiano”, que todos traducen momentáneamente por “humano”, salva los restos de la civilización.
Pero para razonar con los votantes de Berlusconi, a los que va destinada la película, hace falta algo más que una asamblea. Para convencerles el protagonista es un adolescente virgen (Filippo Pucillo), tutelado por su madre (Donatella Finocchiaro) al que le pretende una turista de interior (Martina Codecasa) que se ha venido con dos chicos a pasar las vacaciones y que los tiene presuntamente a dos velas mientras pesca al pescador. Sólo se insinúa la modernidad representándola por el deseo sexual, y el rechazo de ésta acarrea el rechazo de una nueva patera que se encuentra a la deriva. En ese punto reconocemos la inteligencia del director, pero no nos hacemos solidarios con sus deudas. Demasiadas veces se exponen los argumentos, que pensábamos que encontraríamos en una familia cristiana, en contra de seguir prestando ayuda. Y el miedo como argamasa, sin que haya una contraparte, sin que puedan ser rebatidos más que con algo de buen corazón y un inconsciente que toca más las campanas por la turista del norte que por el honor del marino.
Al final de dos pateras llenas de inmigrantes se salvan sólo dos seres humanos. Unos pueden decir que al menos es un principio. Otros pensamos que es el fin, el vergonzoso filtro de la caridad. Y la película viene a confirmárnoslo porque se acaba en ese momento. 
José Ramón Otero Roko
http://www.culturamas.es/blog/2012/07/31/terraferma-2011-de-emanuele-crialese/

Terraferma è un film su una partenza ma anche su un ritorno, quello di Emanuele Crialese nella “sua” Lampedusa, quasi dieci anni dopo le riprese di Respiro. La roccia assolata dall’anima selvaggia, che qui si fa luogo quasi mitico di agognati approdi, è, semplicemente, l’Isola: un porto di speranza in cui arrivare, fuggendo dall’inferno e da dove partire per cercare un futuro nuovo. Tutt’intorno acqua, profonda e azzurra, ma anche baratro nero dove si può precipitare.
Crialese lavora sugli opposti e sembra riconciliare i contrasti con un sapiente gioco speculare dei contrari: Giulietta e Sara, Ernesto e Nino, Filippo e Maura. C’è chi vuole lasciare e chi non vorrebbe mai muoversi e in questi desideri agli antipodi alberga un ardente desiderio di vita. In una dimensione che sembra, nel contempo, immaginaria e reale, si muovono personaggi di autentica forza umana che Crialese tratteggia con ampie pennellate di verità. Il dolore e il bisogno, ma anche la tenacia e l’amore, si esprimono attraverso i suoni del dialetto e le sfumature degli accenti, mentre la lingua dello “straniero” si pronuncia negli sguardi più eloquenti delle parole.
In perfetta sintonia con lo spazio che li circonda, gli ottimi attori  (e non) – da Filippo Pucillo (che esordì a nove anni in Respiro) alla intensa Donatella Finocchiaro, fino alla giovane Timnit T. che, qualche anno fa, dopo un terribile viaggio dall’Africa Centrale trovò la salvezza sulle coste siciliane -  si appropriano dell’animo isolano, così attaccato alla roccia di verghiana memoria ma anche irrequieto nel solcare quel mare, alla scoperta di un altro mondo. Nell’Isola, però, qualcos’altro è possibile e, pescando, si può tirar su qualcosa di più pesante di un mucchio di pesci. La coscienza, per esempio, e se la legge impone le sue regole, quelle del mare non si possono, né si devono, infrangere. Crialese si muove, così, in un terreno insidioso e, mettendo in campo argomenti di scottante attualità, riesce sapientemente ad evitare le trappole del mero buonismo e del manifesto solidale.
La dimensione quasi atemporale del film colloca la storia in un “realismo fiabesco” che si fa racconto universale di possibile riconciliazione degli opposti e di emotiva comunanza d’intenti. All’asciutta intensità narrativa di Respiro, Crialese in questo film si concede un palpito emotivo più manifesto che, in alcune scene, sfiora il pericolo della facile commozione. Sfiora, appunto, perché il regista è in grado di equilibrare la suggestione degli eventi con quella, più intima, dei personaggi. Non si ritrova l’afflato del primo film girato a Lampedusa, né l’avvolgente potenza di Nuovomondo, tuttavia Terraferma risulta un’opera convincente e matura; uno sguardo ampio, lucido e partecipe su una realtà che ci appartiene, da qualsiasi “isola” essa provenga.
Eleonora Saracino
http://www.cultframe.com/2011/09/terraferma-film-emanuele-crialese/

No hay comentarios:

Publicar un comentario